Atelier del Pintor Antonio Ortiz Echagüe
Se encuentra en la estancia “La Holanda” ubicada en la sección VIII, fracción D, lote 18, parcela 10, a un kilómetro de la localidad de Carro Quemado en el Departamento Loventué.
En 1990, Federico Ortiz Echagüe, hijo del pintor, donó el atelier a la provincia y una parcela de 3 hectáreas. El 29 de noviembre de 1996, el gobierno provincial aprobó su restauración y ampliación. Finalmente, el atelier fue declarado Bien de Interés Histórico Artístico Nacional mediante un decreto del Poder Ejecutivo Nacional (Nº 262) el 20 de marzo de 1997.
El atelier fue construido a pedido de Antonio Ortiz Echagüe en 1933. Se encuentran allí la gran mayoría de sus obras según la voluntad del pintor de que permanecieran en ese lugar y formando parte del patrimonio cultural de la provincia de La Pampa.
Antonio Ortiz Echagüe perteneció a una generación de pintores costumbristas como Zuloaga, Zubiarre o Elías Zalaberría. Anacrónico y extemporáneo en lo artístico, se mantuvo al margen de los vanguardismos de su tiempo. Impresionista y costumbrista, conjugaba en su persona una sólida formación clásica y un lenguaje pictórico de gran modernidad. Su interés por los tipos populares y los temas costumbristas fue una constante a lo largo de su trayectoria profesional. Se destacó en los retratos por ser un excelente fisonomista. De carácter cosmopolita, recorría los pueblos en busca de los tipos populares y regionales que retrataba con realismo y naturalidad.
Parte de sus obras se exhiben en los museos San Telmo de San Sebastián, de Arte moderno de Madrid, Luxemburgo de París, Francia y en Amsterdam, Países Bajos.
Hijo de un militar, nació el 15 de octubre de 1883 en Guadalajara en el seno de una familia alavesa del país Vasco, que luego se instaló en San Sebastián. Sobrino del General Paco Echagüe, quien fuera ayudante personal de Alfonso XIII, creció precedido de una atmósfera aristocrática. A los 14 años fue aceptado como alumno en la Escuela de Bellas Artes de París, pese a no contar con la edad requerida para ingresar a esa institución. A los 20 años fue galardonado con el Premio de Roma, que le permitió permanecer una temporada en esa ciudad y adquirir un mayor perfeccionamiento técnico. Su 2 hermano Fernando fue periodista y trabajó como colaborador del diario La Nación de Buenos Aires, mientras que su hermano José fue un reconocido fotógrafo.
Tras permanecer en Roma, se trasladó a Holanda donde se dedicó a retratar a numerosos integrantes de las familias más importantes de ese país, entre ellos a los Smidt, la familia de su futura esposa. Al regresar a España le fue solicitado un retrato del rey Alfonso XIII, que fue obsequiado al Zar de Rusia.
Al igual que en Holanda, la nobleza de España lo convirtió en el retratista preferido de la época. Empezó a recibir pedidos desde todo el mundo. En 1913 el pintor visitó por primera vez la República Argentina para prestar sus servicios a varias familias tradicionales de la sociedad porteña. Algunas de las personalidades que el artista retrató fueron Jorge Mitre, Ricardo Güiraldes, Jorge Newbery, Susana del Campillo, Adolfo Dávila y la familia Menditeguy. La aristocracia porteña se mostró ávida de retratarse con él, un europeo también aristocrático.
Aparte de personalidades de reconocidas familias porteñas, pintó también a magnates de Nueva York y Pittsburg. Tras cumplir con el pedido de retratar a un multimillonario norteamericano y su familia en Marruecos, el viaje a África deslumbró al pintor por el exotismo y el colorido de las ciudades árabes y se quedó en el norte de África por dos años.
La faceta más mundana y de más intensa actividad social de la vida del artista coincidió con la época de la dictadura de Primo de Rivera, cuando la agitación social parecía aplacada y España se beneficiaba de una oleada de prosperidad económica común a toda Europa. Ortiz se construyó un magnifico estudio en los jardines de la Quinta del Berroy y pronto se convirtió en el retratista de moda de la alta sociedad. A los 45 años no sólo era un artista cotizado internacionalmente, sino que había alcanzado una elevada posición social que le permitía codearse con la elite aristocrática y financiera de la capital.
No obstante residir en Europa, el pintor mantenía vivo el vínculo con el monte pampeano. En invierno solía venir a Buenos Aires donde tenía una buena clientela y pasaba largas temporadas con su familia en la estancia 3 heredada de su difunto suegro. Allí descansaba y disfrutaba de sus más preciados placeres, ya que era un enamorado del campo y la caza.
Cuando las circunstancias políticas españolas empeoraron debido a sus convicciones monárquicas, decidió establecerse definitivamente en la estancia de su mujer en La Pampa y trajo con él todas sus obras no vendidas. Allí transcurrieron sus últimos años, entre los pinceles y los negocios agropecuarios.
Fue honrado con diversos premios y condecoraciones. Realizó numerosas exposiciones en España, París, Nueva York, Londres y Buenos Aires. En España sus triunfos internacionales impulsaron al gobierno a nombrarle Caballero de la Orden de Alfonso XIII. Su última exposición fue en el Instituto Carnegie de Nueva York en 1940. El 9 de enero de 1942 a los 58 años falleció en Buenos Aires de pulmonía.
Bibliografía y documentos
ARANA, Norma (1997), “El paraíso recuperado”, en Magazín Semanal, Año 5, nº 217, p. 4. Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 262/97, en Boletín Oficial de la República Argentina, Año CV, 26 de marzo de 1997, Buenos Aires, p. 2.
GARCÍA, Miguel (1990), “Ortiz Echagüe: el atelier del monte”, en Caldenia, La Arena, Santa Rosa, 12 de marzo, p. 11.
GARCÍA, Miguel (1990), “El atelier del monte”, en Caldenia, La Arena, Santa Rosa, 12 de mayo, p. 2.
MARTINEZ RUIZ, Julián (1984), Antonio Ortiz Echagüe (1883-1942): exposición antolóctica, Museo Municipal de San Telmo-San Sebastián.
SMIDT de ORTIZ ECHAGÜE, Elizabeth (1973), El santo de los montes, Macagno Landa y Cía., Buenos Aires.
SMIDT de ORTIZ ECHAGÜE, Elizabeth (1947), Antonio Ortiz Echagüe: retratos de familia, a.m.l.e.s., Buenos Aires.