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Investigaciones Culturales

Salinas Grandes

El sitio se encuentra ubicado en la sección III, fracción B, lote 23 (598 hectáreas) y fracción C, lote 3 (73 hectáreas) del Departamento Atreucó. Fue declarado Lugar Histórico Provincial por Ley Nº 876 de la provincia de La Pampa sancionada el 23 de octubre de 1986.
Al igual que Leubucó, Salinas Grandes se destacó por ser uno de los principales lugares de asentamiento aborigen del territorio pampeano.
Su relevancia como punto de concentración de la población mapuche y eje de articulación política y económica con otros grupos comenzó con la llegada desde Chile de Juan Calfucurá (Piedra Azul) en la primera mitad del siglo XIX. Tras su ingreso a nuestro territorio a principios de la década de 1830, se instaló en Salinas Grandes encontrando asilo en las tolderías del cacique Mariano Rondeau quien era el principal jefe de la nación borogana.
En el marco de una constante fricción entre los blancos y los pueblos indígenas, la actitud negociadora asumida por el líder borogano respecto a la propuesta del gobierno de la provincia de Buenos Aires creó al interior del grupo y entre los recién llegados ciertas hostilidades que desembocaron en el enfrentamiento directo. La colaboración de Rondeau en la campaña de Rosas al desierto del año 1833 para neutralizar a los ranqueles, entre otras agrupaciones, culminó finalmente en los acontecimientos conocidos como “las muertes de Masallé” (1834). Tras el enfrentamiento en unos médanos homónimos cercanos a las Salinas, Rondeau, Melín y otros caciques y capitanejos boroganos fueron eliminados. Calfucurá se proclamó General Juan Calfucurá-Salinas Grandes y fundó una poderosa dinastía (los Piedra) que se mantendría con vigor por varias décadas.
Desde Chillhué, la capital del cacicazgo de Salinas Grandes, Calfucurá fue extendiendo su poder hasta ejercer su autoridad sobre numerosos caciques y capitanejos, encabezando la Confederación de Salinas Grandes. Pese a su actitud inicial, al comenzar la década de 1840 estableció una relación de paz con Rosas comprometiéndose a actuar como una barrera de contención de los indígenas chilenos en el punto de convergencia de distintas rastrilladas provenientes de Chile, papel que antes desempeñaron las tribus boroganas. Después de los acontecimientos de Caseros en 1852, tanto Urquiza como el gobierno porteño buscaron establecer paces con el gran cacique.
La decadencia del sitio y de la Confederación indígena se inició tras la muerte de Calfucurá en 1873. El poderío de Namuncurá, su hijo y sucesor, y su tribu finalizó con la avanzada militar de Julio A. Roca en 1879. En 1884 se rindió como lo habían hecho ya casi todos los grandes caciques. El gobierno le entregó tierras en San Ignacio (Neuquén) donde residió con su familia hasta su muerte en 1908. La tumba de su padre fue descubierta y profanada por los expedicionarios del desierto. Estanislao Zeballos se hizo depositario de los hallazgos y también del archivo que encontró entre los médanos.
La relevancia del sitio como centro político estaba vinculada seguramente a su valor estratégico ya que Salinas Grandes era además un punto importante de la denominada “ruta de los chilenos”, una de las más importantes rastrilladas y vías de circulación del mundo indígena que llevaba a Carhué y unía las lagunas de Traru Lauquen, Urre Lauquen, entre otros puntos. Este camino era el nexo que unía los pasos andinos chilenos con el centro de la provincia de Buenos Aires, haciendo posible el tráfico de ganado y sal, entre otros productos, que iban con destino al país trasandino.
Por otra parte, el lugar revestía un incuestionable valor económico debido a la existencia de grandes concentraciones de sal, bien muy codiciado en aquellos años que los indígenas comerciaban con Buenos Aires y Santiago de Chile desde épocas inmemoriales. Se trataba de un yacimiento minero que los españoles de Buenos Aires venían explotando desde 1668, en dura disputa con los aborígenes del lugar. El descubrimiento de Salinas Grandes (hoy conocidas como Salinas de Hidalgo) inició una serie de conflictos por su dominio como también el funcionamiento del llamado “camino de la sal”.
Las autoridades del virreinato organizaron diversas expediciones para lo cual debían solicitar permisos y negociar con los caciques hasta llegar a las salinas. Tal era la importancia del mineral de Salinas Grandes para Buenos Aires, que hacia 1778 el virrey Vértiz organizó la más grande expedición de la época constituida por 1.400 hombres, 600 carretas, 12.000 bueyes y 2.600 caballos.
El gobierno revolucionario surgido de 1810 no desconoció la importancia de Salinas Grandes y con el fin de promover su explotación, envió 3 al Coronel Pedro Andrés García en una expedición de reconocimiento que incluía la búsqueda de aliados en el mundo indígena para pacificar la frontera y fomentar su poblamiento. Posteriormente, Juan Manuel de Rosas viajó al lugar en busca del valioso elemento necesario para los saladeros del sur de la provincia de Buenos Aires.
Inmediatamente después de la conquista, una vez desalojados los indios del codiciado lugar, uno de los suscriptores del empréstito, Jacinto Real, en 1882 pasó a convertirse en propietario de los campos donde se encuentran las salinas que luego arrendó a Marcial Castelles, quien inició en forma precaria la extracción del mineral. La llegada del ferrocarril en 1909 a la estación Hidalgo, distante a aproximadamente 10 kilómetros de las salinas, permitió conectar por un medio rápido la producción. En 1916 la Compañía Introductora compró los campos a los sucesores de Jacinto Real, instalando una empresa que continuó con la explotación del recurso.

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