“A uno solo que le cambies la vida, vale la pena”

El premio “Profesor Alfredo Natalio Fernández” de este año quedó en manos de Fany Citzenmaier. Su larga trayectoria y compromiso docente hicieron que el Ministerio de Educación de La Pampa le entregue el reconocimiento. Emocionada por las palabras de la ministra de Educación de La Pampa, María Cristina Garello, Fany sintetizó: “La vida me ha cacheteado por algunas razones de salud y esa inyección de vida, de estar viva, de estar plena, me la ha dado el contacto con la docencia, con todo el colectivo docente”.

Fany comenzó su carrera docente al recibirse como Maestra Normal Nacional. Con tan sólo 17 años se plantó por primera vez frente a un aula colmada de estudiantes. Años más tarde, inició el Profesorado de Matemática en La Plata, ciudad que debió abandonar tiempo después. Ya instalada en La Pampa, trabajó en la Escuela Agrotécnica de Santa Rosa, una experiencia que describe con nostalgia: “Amé esa escuela, me puso en contacto con el campo. Tomábamos un colectivo, viajábamos docentes y chicos”, narró.

Caminó los pasillos y las aulas de diferentes instituciones educativas pampeanas. Durante 10 años, fue Regente del Instituto de Formación Docente de la provincia. Con alegría recordó estas épocas: “otra vez vinculada a la escuela primaria, estuvo genial, porque empecé como maestra y me jubilo en una institución en donde acompaño a los chicos que se reciben como maestros”.

Recorrió la provincia y sus localidades, se acercó a las escuelas y sus docentes, las aulas y sus estudiantes, gracias a su trabajo en la Subsecretaría de Coordinación del Ministerio. Actualmente, es referente en las mesas nacionales de matemática. Allí da a conocer las realidades que vive la provincia. “La provincia ha logrado un recorrido muy interesante. Eso da permiso a que, frente a las mesas federales, una pueda hacer intervenciones que tengan que ver con lo transitado y en la defensa de un enfoque y de las cuestiones que funcionan”, explicó.

A lo largo de tantos años de labor docente, en diferentes escuelas y localidades de la provincia, Fany se encontró con miles de estudiantes y diversas historias de vida. Emocionada recordó a Darío. Él era el hijo más chico de una familia de hacheros vecinos. Ante el miedo de repetir de grado, Darío acudió a Fany para que le explique matemática, ya que debía rendir divisiones en diciembre. “Yo trabajaba todo el día, entonces él iba a mi casa a las 6 y media de la mañana”, relató.

Darío asistió al colegio con la idea de que le iban a tomar examen tres días seguidos. Sin embargo, el primer día le dijeron que ya era suficiente. “Ante mi sorpresa fui hasta la escuela y las docentes me dijeron: ¿Fany, qué hiciste con Darío? Las docentes creían que tenía una calculadora escondida, porque mientras ellas escribían las cuentas en el pizarrón, él aproximaba el resultado”, contó entre risas.

Darío pudo terminar el tercer ciclo y la formación le permitió tener una vida distinta. “Hay muchos Darío que me encuentro en la vida…eso vale la pena. Yo considero que a uno solo que le cambies la vida, vale la pena. Hay que mirar a los ojos a los pibes y ver que hay adentro”, concluyó.

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