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De la integración a la inclusión

  • Miércoles, 14 Noviembre 2018

En el JIN Nº 29 de la Escuela Nº 4 de Santa Rosa, hay ánimos de celebración desde que Giuliana se incorporó como estudiante. Ella nació con una discapacidad que la mantuvo, hasta su edad escolar, en internación domiciliaria, donde recibió la estimulación necesaria.

María del Rosario es la mamá de Giuliana y aseguró que siempre pensó que su hija debía ir a una escuela convencional. “Cuando tuve que inscribirla, porque es obligatorio, pedí una maestra domiciliaria. Después me abrieron este espacio y me encontré con una escuela donde, desde el primer día, fue diferente”, indicó.

El equipo técnico de la Dirección de Educación Inclusiva del Ministerio de Educación de La Pampa, y docentes de la Escuela de Apoyo a la Inclusión N° 1 de Discapacidad Motora, se reunieron con la familia de Giuliana y su médica. Luego de analizar todas las posibilidades, decidieron brindar a la niña la oportunidad de asistir alJIN Nº 29 de la Escuela Nº 4 de Santa Rosa.

En la actualidad, en La Pampa, el 80 % de los y las niños y niñas con discapacidades están incluidos en las escuelas convencionales. Desde este año, las Escuelas Especiales se transformaron en Escuelas de Apoyo a la Inclusión.

“El primer día que Giuli ingresó al aula los chicos la esperaban con mucho amor. La docente les había comunicado a sus compañeros la llegada de Giuli. Fue totalmente normal y lo vivió naturalmente”, recordó la mamá. La incorporación de Giuliana fue un proceso: inició con una hora a la semana hasta que, en la actualidad, asiste una hora y media todos los días.

“Lo que uno valora como papá es la empatía que lograron los docentes tanto con nosotros como con Giuli. Se han puesto en nuestro lugar y desde esa posición han logrado interpretarla y eso permitió que ella sea una más dentro del aula. Inclusive tampoco nos sentimos unos papás diferentes. Para mí es muy importante que una escuela pública haya logrado esto”, reflexionó César, el padre de Giuliana.

Por su parte la docente, María Sol Pérez, relató que su idea era que se sienta igual que todos y eso era lo más importante de su trabajo. “Cada experiencia es única y creo que se puede abordar cuando se trabaja en equipo y se crean redes de trabajo. Cuando se trabaja en red, al compartir con otros profesionales, se logran un montón de cosas”, sostuvo.

“Giuli está disfrutando mucho de cada momento, de sus compañeros, de sus actividades. Se puede decir que es una Giuli diferente”, expresó la mamá. Dentro de los grandes cambios que experimenta en su cotidianeidad en el aula aparece una anécdota. “Giuli no deglute, en casa con la fonoaudióloga le cuesta. En el jardín la incorporamos en la hora de la merienda con la seño Sol y la portera Vero, que se ve que tiene una merienda mágica, ya que Giuli come. En la casa no y en la escuela si… la leche compartida y con los amigos tiene otro sabor”, comentó su mamá.

La docente también destacó que los logros se pueden dar, en parte, gracias a la predisposición y compromiso que asumió la familia desde el primer día. “La verdad que les agradezco tanto a ellos, como a todas las familias de mis alumnos, que están comprometidos y que juntos pudimos construir un vínculo que se cuida y se respeta, donde todos salimos beneficiados. Solo tengo palabras de agradecimiento a ellos, también por depositar su confianza en nuestra institución y en particular a mí como la “seño” de su hija, que como nos pasa a todos los padres, son lo más importante que tenemos”, finalizó María Sol Pérez.

La historia de Giuliana es la muestra de que a partir de acciones cotidianas, pensadas en equipo, se avanza en el pasaje de la integración a la inclusión. Este proceso significa un gran desafío para la comunidad educativa, ya que interpela a familias, escuela y sociedad. Creemos que es el camino indicado para lograr una educación más inclusiva y de calidad.

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