Reflexión de Luis Dentoni por el 12 de Octubre
En octubre de 1492, se supone que precisamente el día 12 de ese mes, llega Cristobal Colón a tierras americanas. Esa historia ya la sabemos, nos las dicen desde niños de diversas formas: en cuentos, en obras de teatro, en películas, en documentales. Un cuento cargado de aventura, una simpática travesía de un navegante que se topa con una tierra desconocida en el medio del océano, y dentro de ella, salvajes extraños que deben ser educados y civilizados.
Si bien esto anterior, en el consciente, parece anticuado y que, con la información corriente sabemos algunos otros capítulos, de alguna manera siempre suena ese simpático cuento de aventura. Es por ese motivo, que en pleno siglo XXI, luego de años de lucha, grandes avances, algunos retrocesos, la sociedad moderna insiste en esconder verdades y por tal motivo todas, absolutamente todas las sociedades latinoamericanas, festejan el 12 de octubre: la llegada de Colón a América, con distintos nombres, algunos que fueron variando con el intento de amortiguar el impacto que tal día provoca para las culturas originarias, pero sin lograrlo.
Es que aquellos “salvajes” debían ser educados a costa de perder sus costumbres, de vivir de acuerdo a reglas que no pertenecieron nunca a los “salvajes”, a costa de perder sus tierras, su Dios o Dioses, sus recursos... a costa de perder su vida si se resistían.
Ese 12 de octubre que todos festejan, es el día del comienzo del mayor genocidio que sufre la humanidad en toda su historia. Y eso si que no es un cuento.
De manera espontánea el 12 de octubre comienza a ser celebrado como “día de la raza”, a principios del siglo XX, y no es casualidad. Se fue construyendo por aquellos años la idea de las diferencias entre humanos en razas, y esa idea desató una guerra mundial, y otro genocidio. Mientras tanto, a los pueblos originarios los seguían matando tanto como desde 1492; es más, no hacía mucho tiempo que en nuestra región se hablaba del desierto como una conquista mientras la cultura moderna avanzaba bajo sistemas materialistas, y el horror no se vivía en nuestra tierra, el horror sólo era lo que pasaba en Europa.
Luego ya en nuestro actual siglo, en el año 2010, el 12 de octubre deja de llamarse “día de la raza” claro, porque esa idea de la diferencia de razas entre humanos pasó de moda, es asi entonces que el 12 de octubre comienza a celebrarse como “día de la diversidad cultural”. Vale decir, la misma trompada con distinto guante.
Pasan los años, los siglos, las modas, pero no pasa el horror que viven los pueblos originarios en toda américa. Porque mientras intentan disfrazar las conmemoraciones, a los pueblos originarios los siguen asesinando todos los días.
Como descendiente del pueblo rankel solo vivo al 12 de octubre como el día de la hipocresía que las sociedades mantienen aún, porque se mira para otro lado si hablamos del genocidio que sigue vigente y que comenzó ese mismo día del 1492. Por más intentos que se hagan, no es otra la realidad.
El pueblo rankel que persiste en la resistencia y que todos los días, con nuestro rostro oscuro frente al sol luchamos por la verdad, sólo recordamos el 11 de octubre: el último día de nuestra libertad.